Columnista invitado
Por Paola Alcázar
Comunicadora Social, Máster en Administración de Empresas
Doctora en Psicología
Si bien el origen de la RS se remonta al siglo pasado y basta con recordar el período de la revolución industrial – en cuyos entornos de dureza surgen líderes empresariales como Robert Owen, quien abanderó la creación de una comunidad industrial con medidas de bienestar y destierro del trabajo infantil- su incidencia en el entorno y en las conductas del individuo ha sido de distinta manera.
En esto, precisamente ha jugado un papel fundamental la normativa de organismos multilaterales como Naciones Unidas, la Organización Internacional del Trabajo, entre otros, que van marcando la actuación y aplicación del concepto de RS. Ejemplo claro de esto es la iniciativa internacional que promueve implementar 10 principios universalmente aceptados para promover la responsabilidad social empresarial denominada Pacto Global.
Por eso hoy hablamos de la nueva cultura empresarial que, junto con la visión, los valores, el capital intelectual, sus procesos de calidad, sus políticas y estrategias empresariales, marcarán la actuación de la empresa en el mercado global en el que se mueven.
Esta nueva cultura implica un concepto más allá de la responsabilidad y que entra en vigor y es la co-reponsabilidad, en el que yo aporto al desarrollo social de una comunidad no por lo que estoy obligado a hacer, sino por hacer lo que no me corresponde.
Y es esto lo que distancia el concepto de la filantropía o arte de dar, de la inversión social o la apuesta sin retorno de inversión y la responsabilidad social o la respuesta medible, cuantificable y con retorno de lo que le da la organización a su comunidad más allá de aquello que está llamada a hacer.
Si bien se ha avanzado, la tarea aún está sin terminar. Las organizaciones deben entrar al accountability, pues lo que muestra una rendición de cuentas es que los indicadores en RS existen. También, el capital humano debe entender que lo motores de impulsores de la RS en la empresa mejoran la reputación, que los informes que incluyen la Triple Bottom Line* son más completos, y que existe una agenda global que hay que consultar permanentemente, pues está conformada por principios que rigen el buen actuar de una empresa, y nos referimos los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su capacidad de liderar dichos procesos corresponsablemente con el empleado, con la comunidad y con todos los stakeholders o públicos objetivos que constituyen la nueva cultura empresarial.
* El término triple bottom line (o triple resultado), utilizado por primera vez en 1994 por John Elkington, busca redefinir criterios y valores utilizados para medir el éxito y sustentabilidad de una organización incorporando a la visión tradicional eso dos elementos.